Qué pregunta tan interesante que planteaste!! Y no tiene una respuesta tan fácil…creo que existe un cúmulo de factores que habría que tomar en cuenta para analizar este fenómeno.- En primer término la subjetividad y sensibilidad tan diferentes que todos tenemos respecto a qué cosas nos hacen reír. Prueba de ello la tenemos en la diversidad de opiniones existentes en nuestro foro: de un mismo espectáculo de humor encontramos opiniones contrapuestas, hay quienes lo consideran hilarante y otros aburrido… Otro aspecto es la habilidad que tiene quien se plantea hacer humor. El humor puede surgir no solo de un texto o libreto sino también de la forma de decirlo, del lenguaje corporal, del ritmo en que se dice, del momento justo para incorporarlo, pero así mismo frente a todo esto prima la sensibilidad del espectador, capaz que a mí la cara que pone alguien me produce risa (porque de repente la asocio a alguien que conozco o por cualquier otro motivo) y esa misma cara a otra persona no le trasmite nada. Hay veces que los chistes no se entienden de inmediato (a mi me pasa muchas veces, tengo un ritmo un poco lento, jaja) y eso también conspira contra la manifestación espontánea de la risa. Y también por supuesto se da el hecho de qué no todo el mundo tiene el don de hacer reír y menos aún en forma masiva.- Pero creo que no es menor la pregunta planteada, acerca de qué responsabilidad tendremos nosotros como espectadores para no «permitirnos» reírnos…Será que tal vez estemos con muchas cargas en nuestra cotidianidad que nos impida deshaceros de ella al momento de disfrutar de un espectáculo? Si nuestra mente sigue enganchada con un sinfín de problemas quizás nos cueste más dejarla libre para absorber situaciones que tal vez nos resultaran más graciosas si tuviéramos otro estado de ánimo…Estas son solo ideas que me estoy cuestionando a raíz de la pregunta hecha…Hay otras veces en que observando a la gente percibo que algunos están mirando un espectáculo de forma muy rígida, con los brazos cruzados, el ceño fruncido, en una postura corporal que parece querer decirle al actor :»a ver, haceme reír, eso no me causa gracia, esforzate un poco más». Y quizás esto conspira no solo contra quien está arriba del escenario (porque es bien sabido que el feedback de risas es fundamental para que se establezca una corriente energética con el público que retroalimenta al responsable de la actuación), sino también conspira contra el propio espectador que de repente disfrutaría un poco más si tuviera otro tipo de disposición al recibir la actuación de forma más lúdica y no tan intensamente crítica.-
Por último (no quiero aburrir), creo que hay veces en que el fanatismo por diferentes grupos que se está llevando a cabo en carnaval, hacen que los hinchas de un conjunto se niegan a aceptar los aciertos de otros, tal vez porque en el fondo saben que le están haciendo sombra al conjunto a quien son afines ellos, esto es triste, pero la naturaleza humana obra de formas escabrosas a veces.- Bueno, en fin, sería bueno que la próxima vez que nos sentemos frente a una actuación intentáramos despojarnos de cualquier tipo de negatividad que estemos albergando, por el bien de nosotros mismos, para poder justamente encontrar un momento en que podamos olvidarnos de los sinsabores diarios, poder divertirnos un rato, al menos durante esos 45, 55 o 65 minutos que dure el show.- Saludos!

Algo que siempre me asombró de esta categoria, es que en muchos casos consistía en contar chistes harto conocidos, esos que contaba mi abuelo y conocía todo el mundo, pero con una buena actuación o en un contexto distinto. Eso llevó a que por ejemplo hace dos años en el Teatro de Verano, la Revista Eskandalo y Sociedad Anónima dedicaran varios minutos de sus espectáculos a hacer exactamente el mismo chiste… con solo una hora de diferencia. Es muy minimalista esta descripción, pero creo que por ahi también está la crisis, la falta de renovación. Como decía Bertold Brecht «las crisis se producen cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de aparecer»