Durante las Llamadas de este año, llegamos luego de que saliera la primera comparsa. Caminamos por la calle paralela a Carlos Gardel, unas ocho cuadras hasta encontrar un lugar donde el acceso no este restringido ni abarrotado de gente. Lo conseguimos casi donde terminaba el desfile y nos ubicamos sin quererlo justo enfrente de la sede de una de las comparsas que habían participado el día anterior «La 14». Al lado nuestro estaba una de las destaques que en seguida nos vio cara de argentinos y luego de mediar un tibio saludo, sacó a relucir que en veinte años que vivió en Argentina nunca se deslumbró del carnaval porteño que no tenia comparación con el de esas costas («…el mas largo del mundo…») y casi sin que se lo pidamos nos empezó a explicar absolutamente todo sobre las llamadas, de buena manera pero siempre con lo que yo llamo «complejo de país chico» presente, queriendo remarcar la exclusividad y excelencia de cada detalle ínfimo (llegando, les aseguro, al punto de la ridiculez, por los detalles que lucia, ademas que jamas discutiríamos la belleza del carnaval oriental).

Cuando se acercó el segundo conjunto la cosa se puso fea, porque dedicó parte de sus movimientos y repiques a la sede en donde estaban colgados de la terraza, la puerta y las ventanas, casi toda la comparsa. Desde ahí se escucharon silbidos y gritos no del todo respetuosos hacia el conjunto («bailen negras de m_?=Ñ»). Fue solo con ese conjunto. Luego pasaron los grandes comparsas, Tronar de Tambores, Zumbae, La Triniboa, a quienes le ofrecieron aplausos y vivas con un absoluto respeto. Yambo Kenia dedicó también un saludo y pudimos observar la emoción (casi lágrimas) de los integrantes de La 14 ante tal bonito gesto. También el silencio que dedicaron a La Cuerda de Ejido, con quienes habían tenido un encontronazo callejero en los ensayos.

Antes de irnos, luego de haber visto a mas de 15 conjuntos nos despedimos de nuestra «amiga» que charlaba animadamente con otra charrua. Le agradecimos los conocimientos y le deseamos suerte. Ella nos presentó ante su compañera por nuestra nacionalidad «ellos son argentinos». La dama, muy seria, casi en modo de amenaza nos dijo señalándonos con un dedo «el candombe ES NUESTRO, es uruguayo». La miré incrédulo y le dije «nadie lo discute señora». Y nos fuimos, felices, caminando por la calle del zorzal francés.